domingo, 4 de agosto de 2013

¿Qué es literatura infantil? Una reflexión desde mi historia e inexperiencias

Entiendo por  literatura infantil  aquellos textos de ficción que están dirigidos a menores de 12 años, en cuyas temáticas abunda la fantasía y están determinados por tramos de edad. Su extensión en páginas se incrementa conforme a la edad y las ilustraciones juegan un rol fundamental, lo mismo que su tipografía y material, para hacerlos atractivos a los lectores principiantes.

La literatura llegó a mí con mayor fuerza en el hogar, gracias a mi madre, quien desde pequeña me motivó a leer, regalándome revistas infantiles (“Petete”), cómic (“Heidi”) y libros, aquellos que aparecían en los diarios. Uno de mis bienes más preciados es la colección completa de grandes clásicos escolares Zig-Zag. De esa colección leí novelas como “Mujercitas”, “Bajo las lilas”, “La Quintrala”, y en una edad bastante precoz, “Palomita Blanca”.

De mis tiempos de educación básica recuerdo los cuentos que leíamos en los textos de estudio, casi siempre Santillana, tales como: “Mac, el microbio desconocido” o “El cururo incomprendido”. En ese entonces no se estilaban los “planes lectores”, solo recuerdo que por ahí en cuarto básico todo el curso leyó “Papelucho en la clínica”. Hasta hoy este libro lo conecto con los pasillos del hospital de Linares.

Ya en enseñanza media, tuve lecturas mensuales, la mayoría de textos clásicos, como “El cantar del Mio Cid”, “Romeo y Julieta” o “La ciudad y los perros”. Sí destaco que en mi colegio de educación media (Colegio marianista Instituto Linares) contaba con una biblioteca, el cual no era un lugar de castigo, sino que el corazón de mi colegio. Allí estaba la tía Gladys, hasta hoy lo está, quien nos conocía tanto que nos recomendada el libro indicado a cada uno. En ese tiempo, junto a mis amigos y amigas, nos devorábamos la colección “Gran Angular” de la editorial SM. Títulos como “Cinco panes de cebada” o “Los escarabajos vuelan al atardecer” eran lecturas que nos recomendábamos entre los amigos y nos daban tema de conversación.  Y como buenos lectores, la tía Gladys nos concedía el privilegio de pasar tras el mesón y recorrer las estanterías para que nosotros mismos escogiéramos nuestros libros.

La primera obra de teatro que he visto en mi vida fue en dicho colegio, “El cepillo de dientes” de Jorge Díaz, montada por una compañía de Santiago. También allí conocí a la escritora linarense Ana María Güiraldes y Saúl Schkolnik, quienes nos daban charlas y venían a las premiaciones de los concursos de creación literaria que organizaban los profesores de castellano. Verdaderamente, ahora que lo escribo, mi colegio priorizaba las actividades de fomento lector, con todas las dificultades de acceso a la cultura que acarrea el vivir en provincia, sin ninguna librería en la ciudad.

Como profesora de castellano, asumo que pesa mucho el canon literario en mis elecciones de lecturas para mis estudiantes. Durante el tiempo que estuve a cargo de la dirección del depto. de lenguaje en un colegio privado de Chillán,  elaboraré el plan lector desde 1° básico a IV medio, con planes diferenciados incluidos. Para ello, tomé como orientaciones; en primer lugar, las lecturas recomendadas por el MINEDUC; en segundo lugar, las lecturas que considero como clásicos universales, latinoamericanos y chilenos. En tercer lugar, consideré el contexto sociocultural de mis estudiantes, y por último, la disponibilidad de dichos títulos en la biblioteca escolar. A medida que hubo más variedad de títulos disponibles, les di a mis estudiantes la oportunidad de escoger su lectura mensual.

Uno de los aspectos a los que he dado importancia es a la necesidad de contextualizar la lectura literaria, ya sea en aspectos históricos como estéticos. Para esta tarea, la pizarra interactiva y los recursos tic fueron mis principales aliados, especialmente cuando leíamos obras clásicas, como “Lazarillo de Tormes” o algunos exemplos del Conde Lucanor o “El Quijote”, donde trabajaba con un audiolibro, que resultó bastante motivador para mis estudiantes de tercero medio. Esta experiencia de aula la presenté en abril de este año en el congreso internacional de Educación  con Tecnologías de la Información, (CEDUTIC) en la Universidad Católica de la Santísima Concepción, con una ponencia titulada “Uso de la Pizarra Digital Interactiva (PDI) en la formación literaria de estudiantes de enseñanza media”.

Como formadora de los futuros profesores me enfrento a generaciones donde la gran mayoría no son lectores literarios asiduos, y que arrastran con nulas experiencias escolares o si las tienen, están vinculadas a recuerdos amargos. Para lograr encantarlos, me he lanzado con la poesía, el género que pasa un poco a pérdida en la escuela, y les he leído poemas, transitando desde Mistral, Neruda, Tellier, Rojas hasta llegar al inquietante Nicanor Parra.

También intento modelar la aplicación de los momentos de la lectura, especialmente en la lectura de textos narrativos literarios. Los “Cuentos para jugar” de Gianni Rodari han resultado atractivos para mis estudiantes, quienes se transforman en niños y niñas, y se hacen merecedores de un “regalo lector”. Resulta muy divertido escuchar sus hipótesis de lectura y la defensa que realizan de sus finales preferidos. Al mismo tiempo, para ellos es novedoso sentirse como lectores activos, con la posibilidad de elegir y que la figura del autor, sea también un lector con opinión de su propia obra.


Reconozco que, para bien o para mal, el peso del canon también se revela en las elecciones de lectura literaria que he realizado para mis estudiantes universitarios, aunque sí he integrado a Mauricio Paredes y a Sergio Gómez. Me angustia un poco que ellos no posean un bagaje lector más amplio y que en su niñez no hayan leído a los clásicos infantiles; mi lógica, quizás errada, es la siguiente: deben leer a los clásicos para comprender la literatura infantil actual. Con ellos sí me he lanzado a experimentar en nuevas formas de evaluación de la lectura literaria, como entrevistas de lectura o que ellos analicen pruebas rendidas por alumnos/as de básica y emitan un juicio crítico del instrumento evaluativo.

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